La iluminación de un dormitorio es esencial a la hora de provocar una sensación determinada, aunque no hay que olvidar el aspecto funcional (útil) e incluso la estética de la propia habitación. La actividad que se va a realizar en cada punto del dormitorio está a su vez ligada al tipo de iluminación que se hace de esa zona.

¿Dónde colocar las luces en el dormitorio?

La ubicación de las luces en un dormitorio es clave y se debe ajustar a la actividad que se va a hacer en él. Lo más común es colocar una lámpara de mesa junto a una cama, –aunque en algunos casos no esté destinada a leer, siempre puede ser útil–.

En este punto también se pueden colocar luces en el cabecero o combinarlas con las luces en la mesilla, por ejemplo, utilizar una luz neutra en el cabecero y una luz cálida en la mesilla.

Si el dormitorio también tiene un espacio dedicado al estudio, es recomendable utilizar luces de mesa en esta zona, por ejemplo, flexos o luces de escritorio, en algunas ocasiones se pueden utilizar luces de techo (focos, lámparas colgantes…) si no es demasiado alto. La luz natural es la más adecuada para un escritorio, en la medida de lo posible se debe colocar en un buen ángulo que permita aprovechar al máximo la luz solar que entra por la ventana.

Las luces ubicadas en tocadores no se pueden descuidar, en estos casos es muy importante que el espacio cuente con una luz natural, en su defecto se puede utilizar un foco regulable (la luz neutra es la más recomendable), una lámpara de mesa e incluso espejos con luz integrada.

Un detalle que va a marcar la diferencia en cuanto a iluminación son las luces en armarios, estas luces se pueden encender automáticamente mediante un sistema de sensor de movimiento o con un botón de encendido y apagado.

Luz funcional en un dormitorio

La luz funcional está destinada a ofrecer iluminación de calidad en una estancia independientemente de la actividad que se realice en ella, por lo general es utilizada para iluminar toda la habitación. A este tipo de iluminación hay que sumar aquellas que se dirijan a una actividad determinada (estudio, lectura, maquillaje, juego, etc.).

Algunos de los ejemplos de luz funcional son los focos de techo, lámparas de techo o lámparas de pared. Es recomendable que estas luces sean de tonalidad 3000-4200K para que interfieran lo menos posible en las diversas funciones del dormitorio, se puede decir que la iluminación funcional debería ser lo más neutra posible. Otra opción puede ser la iluminación que nos ofrece un ventilador de techo, en nuestro anterior post los 6 mejores ventiladores de techo tienes varias opciones. ¡Consúltanos si estás indeciso!

¿Tonos cálidos o fríos?

Esta cuestión es esencial a la hora de lograr un efecto determinado en el dormitorio, los colores fríos dan sensación de actividad y dinamismo mientras que los colores cálidos son más acogedores.

Como norma general en un dormitorio el tono cálido será el predominante ya que al ser una zona principalmente de descanso será el comfort nuestro objetivo principal.

Se pueden combinar ambas tonalidades en una misma habitación e incluso utilizar bombillas regulables para personalizar totalmente la iluminación del dormitorio. En otras ocasiones se pueden utilizar bombillas RGB con iluminación de colores regulables. 

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